La noche, que se da cita y es esperada por el crepúsculo, nos transporta a lugares desconocidos, por más recorridos que sean los caminos que se transitan, toman otras dimensiones y generan seres inexplicables para el día.
La noche con su denso manto que cubre todo lo que encuentra a su paso, haciendo prisionera a toda criatura, sin escapatoria, sin remordimiento, sin dejar nada expuesto; sin prisa, se desplaza lenta y cautelosamente. La imaginación se alista a trabajar de manera incontrolable.